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ESCLAVOS DEL DINERO

RETO DE TRES PALABRAS (EL CUENTACUENTOS). En esta ocasión no se nos da una frase, sino que del último relato que hayamos escrito hemos de seleccionar: la segunda palabra del primer párrafo, la cuarta del segundo y la sexta del tercero para introducirlas en una nueva historia. Mis palabras son:

Luna, lagos, día (extraídas de "Luna en el techo").

Escrito a raíz de la noticia de un grupo que operaba en España con el tráfico de personas.

Sentado a la intemperie, con el muñón que tiene por pie al descubierto, espera con ansia alguna moneda; pero sobre todo una cálida sonrisa que de verdad arrope y caliente su dolorida alma. No obstante, la gente pasa de largo. Y apenas unos pocos agachan su mirada hacia su cuerpo postrado en la acera. Junto a él, en el suelo, un perro pulgoso hace juego con su maltrecha apariencia de hombre maltratado por la vida.

Ambos, hombre y perro, cuentan sus días por la debilidad de los ladridos y las escasas veces que el pobre animal agita ya su cola en señal de alegría. Ni tan siquiera la luna consigue arrancarle más que un aullido lastimero en la oscuridad de la noche. Aun luciendo el astro su inmensa tripa embarazada, de su garganta canina tan sólo sale un débil quejido, que más que aterrar, produce profunda y sincera lástima a quien lo escucha.

El hombre acerca su mano al hocico del lastimoso animal y sus labios trazan al compás de ese movimiento una mueca de ternura infinita, mientras el piojoso can lame la mano que se le entrega. Recordando quizá mejores tiempos, mejores días… el hombre mira sin disimulo su muñón y se siente afortunado frente a la desdicha de su mascota. De sus ojos azules y repletos de inocencia y sinceridad, brotan lágrimas que reproducen la luz de una hermosa vidriera. Las lágrimas vertidas caen al plato casi vacío (como cada día) del pobre chucho, y forman con las escasas bolas de carne que hay en él, una especie de pasta fangosa que en nada se parece a la comida que los dos se merecen.

A escasos metros de ellos, desde un coche alguien los observa con auténtica avidez. A veces baja del vehículo, y como un satélite espía, pasea por los alrededores con aire absorto, mientras no pierde detalle de la infeliz pareja. Gira una y mil veces cerca de ellos, en órbitas perfectamente controladas, pendiente de cuántos se les acercan y dejan limosna o de cuántos se limitan tan sólo a leer el cartel plagado de faltas de ortografía para infundir más pena…

Parece que la mañana ha sido fructífera. A las 14h, como cada día, el cánido y su desafortunado amo caminan con pesar a cumplir con su entrega. En el portal de siempre, el número trece de una calleja infestada de ratas, unas manos repletas de anillos de oro y coronadas con la manga de una elegante y cara chaqueta, hacen recuento y cobran con cada moneda la deuda más dura que uno se puede cobrar: la de la dignidad. El acreedor, con la misma cara del diablo y la mismísima corrupción que Lucifer circulando por sus venas, ignora las peticiones de sus esclavos. Y con el nuevo látigo de los tiempos, el dinero, destruye los sueños de bienestar y libertad, que se atrincheran en los dos pares de ojos azules que le miran desde la siniestra inmensidad de unos lagos... pidiendo ser libertados de la opresión, de su yugo de hijo desagradecido y descastado.

Comentarios

  1. Anónimo8/2/09 23:55

    ¡Buenas sechat!

    Nada, pasaba por aquí... Muy lucho el relato. No sé cuál es la noticia de la que hablas, pero investigaré, investigaré...

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  2. magnifico relato, te ha quedado muy bien, felicidades, yo voy a intentarlo esta semana

    besos

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  3. Qué razón, algunos por robar unas monedas se roban a sí mismos los único que les hace ricos de verdad, el alma.
    A ver si esa tripa embaraza pare kilos de honradez y de esperanza.

    Me ha encantado, y muchas gracias por pasar, vosotros sois los que hacéis el blog, no yo :)

    Saludos!

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  4. Un relato triste que refleja una vergonzosa realidad. Me he quedado triste... imagino los ojos del hombre y el perro.

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  5. Conviertes en palabras rescatándola de la indiferente sociedad que lo asimila como una pieza mas del paisaje urbano,esa realidad que va dejando cada día de ser parte del paisaje para ser precisamente eso,realidad.
    Una triste realidad. Pero un gran relato Sechat
    Enhorabuena, un abrazo!

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  6. Sechat, cuidado con los adjetivos.

    Saludos.

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  7. Admito la crítica Gabriel B. pero si no especificas... no sé a qué te refieres. Gracias.

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  8. Disculpa Sechat; ahora me explico. Me parece que en ciertos pasajes del texto (que, por cierto, me ha gustado) abusas de los adjetivos, por ejemplo:

    "...un perro pulgoso hace juego con su MALTRECHA apariencia de hombre MALTRATADO por la vida"

    Fíjate, que aparte de ser casi sinónimos, sobra uno; si dijeras:

    "...un perro pulgoso hace juego con su apariencia de hombre maltratado por la vida"

    ¿No suena mejor así?

    Otro ejemplo:
    "...coronadas con la manga de una ELEGANTE y CARA chaqueta, hacen recuento y cobran..."
    Pienso que uno de los adjetivos sobra, elimina uno, reléelo, y verás que queda mejor (dejaría elegante y sacaría cara, o los reemplazaría por costosa).

    Fíjate como Baroja usa los adjetivos en "El Ángelus" (fragmento):

    "La trainera, larga, estrecha, pintada de negro, se llamaba Arantza, que en vascuence significa espina. Teneía un palo corto, plantado junto a la proa, con una vela pequeña..."

    Como ves usa varios en un sólo párrafo, pero con precisión quirúrgica y siempre para agregar algo más. Un ejemplo a seguir.

    Ojo, que yo también abuso de los adjetivos, es uno de los errores más comunes que todos cometemos (junto con el de las redundancias); pero no hay problema porque todos estamos aprendiendo y si no nos señalamos los errores, no cercenamos la posibilidad de crecer, por eso no tengas miedo de hacérmelo notar cuando me percibas un error, eso ayuda.

    Saludos.

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  9. Gabriel B.: me gustan las puntualizaciones que has hecho y te las agradezco, la primera que señalas sí que es verdad que chirriaba un poco. Cuando mencionaste eso en tu anterior comentario, supuse que te referirías a esa frase en cuanto a la otra... Tal y como yo elegante no siempre es caro o viceversa, aunque suelen ser sinónimas. No obstante, te agradezco enormemente que me señales esos fallos. GRACIAS.

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