Cracovia, 9 de noviembre de 1994
Hay heridas que jamás se curan con el tiempo. Exactamente cinco años después de la caída del Muro de Berlín: símbolo de oprobio a nivel internacional, las lágrimas afloraban en los ojos de todos los que vivieron aquel calvario de una u otra manera. La estrella de David, tatuada en el arrugado pecho de Bruno, escocía al contraste con las flamantes esvásticas que se asomaban orgullosas en los antebrazos de los uniformes de aquel museo de los horrores, que veía a través de la televisión, abierto al público recientemente tal y como indicaba el reportero: para recordar al mundo lo que nunca se ha de olvidar.
Propongo que lo continué Maat: http://www.shhuuuu.blogspot.com/
Y me quedo a la espera de sus palabras en este rincón.
Los recuerdos de los días tristes eran imposibles de borrar. El daño causado fue tan fuerte que ni el paso de los años había conseguido dejar de atormentarle en sus peores pesadillas. En ellas recordaba su voz, el dolor con el que su mujer fue arrancada de entre sus brazos, el llanto del hijo que no volvió a llorar cuando, apretado contra el pecho engalonado, dejó de respirar... Sus ojos oscuros, llenos de lágrimas, le perseguían en sus noches vacías, implorando por su vida. Él era fuerte y podía trabajar, ella acababa de dar a luz y estaba muy débil. No se lo pensaron dos veces. Sus ojos oscuros, abiertos e inertes, le perseguían desde el suelo, con un hilo de sangre dividiendo en dos su frente. Fue un castigo ejemplar para todos...
Maat propone seguirlo a Tormenta (la tenéis en: http://tierrasdetormenta.blogspot.com/)
Tormenta nos propone que Ananda Nilayan lo siga (www.anandanilayan.blogspot.com)
Y ahora contemplaba aquellas imágenes cargadas de recuerdos y sensaciones que enmohecieron su piel. Todo le parecía lejano pero sintió una punzada en algún lugar profundo de su interior y no pudo evitar llorar de rabia e impotencia. Recordó tantas caras demacradas, tantos olores mezclados... recordó y dejó de llorar y de sentir dolor. ¿Qué había visto Bruno en la televisión? Una fotografía de aquellos hombres uniformados, sonrientes, altivos, intocables e inhumanos, henchidos de orgullo ante una montaña de cuerpos inertes, desnudos la mayoría, porque no tenían derecho ni a tener dignidad ante su muerte. Una cara de aquellas bestias le llamó la atención... ¿cómo era posible que le hubiera olvidado? ¿Sería porque lo cercano a veces resulta distante? Se levantó, fue al espejo y levántandose la camisa con energía y decisión examinó la marca que le hiciera aquel hombre.
Berlín, 15 de noviembre de 1994
Berlín, 15 de shvat, 5755
Atardece en Berlín y como manda la tradición judía es momento de oración. La Neue Sinagoga luce hermosa ante los ojos de Bruno que sentado en uno de sus bancos interiores, deja que el silencio le acune. Ha vuelto a donde se originó todo, pero el extraño impulso que le movió a comprar ese billete de avión, se ha apagado. La cicatriz sigue en su pecho y sabe que es imborrable: los cristales del escaparate del comercio que tenía, fueron el instrumento con que un fanático del Partido Nacional Socialista alemán rasgó su pecho con aquel símbolo de infinito desprecio hacia su pueblo. Bruno no lo ha olvidado, pero prefiere pensar que entre los alemanes hay y hubo, gente como Otto Bellgardt, gracias al cual se salvó el hermoso edificio. "Oye, Israel, el señor es nuestro Dios, el señor es Uno" se le oye rezar la plegaria más solemne de La Torá, como al resto de los presentes, mientras acaricia su "escudo de David". Al hacerlo siente como las fuerzas le fallan y cae tendido en el suelo. Su cara se retuerce en una mueca de agradecimiento: su querido Yahvé ha escuchado por fin sus súplicas.
Me gusta la idea de hacer una historia entre varios.
ResponderEliminarLos pelos de punta... es decir poco,pfff vaya historia se entrevé.
Saludos desde Fuenla y ánimo e inspiración a todos, aunque esté de más deseároslo.
Menudo equipo formáis, para quitarse el sombrero. Habéis conseguido aunar el estilo de forma que no se nota quién a escrito qué y el conjunto respira uniformidad.
ResponderEliminarFelicidades a las cuatro.
Lo habéis clavado, chicas... compenetración total. De lo bueno, lo mejor... y todo reunido en un solo relato. Estaba claro que iba a ser un relato muy bueno ;)
ResponderEliminar¡Magnífico trabajo!
ResponderEliminarY magnífico homenaje a quienes sufrieron en aquellos tiempos infames. Pero sobre todo a quienes vivieron tal crueldad ante sus propios ojos. Cada párrafo es como el brillo de esas lágrimas,ya de rabia,ya de amor.Que bien domináis el tiempo,pacientemente aguarda entre recuerdos su momento.
¡Felicidades a los cuatro!
Un abrazo!
Fue un honor estar a vuestro lado y aportar mi granito de arena :)
ResponderEliminarUn besazo, mi niña.
Muchísimas gracias a ti Sechat por aceptar a participar y aportar un precioso párrafo y no menos bello paseo por Central Park.
ResponderEliminarY con el aliciente de dejarnos un final inquietante! :)
Un abrazo!
*Tardé por no tener conexión :s tan solo falta propongas quien la sigue ;)
Pfff Decir genial es poco.
ResponderEliminarCorto, conciso, se queda calada la historia, parece que estuviéramos allí con Bruno, en su dolor...
La idea ya sabes que me pareció muy muy buena desde el principio, pero el resultado es espectacular.
ENHORABUENA A TODOS Y TODAS PARTICIPANTES, sois la leche (¡para qué buscar otra expresión?)
Mo-chan
Una vez más soy yo la agradecida: primero a El Señor de Las Historias por presentarnos esta propuesta; en segundo lugar a los maravillosos compañeros que he tenido en este viaje a la vida de Bruno (ahora me arrepiento de haber llamado así al personaje, porque no me encaja mucho) y por supuesto en tercer lugar a todo el que ha posado su mirada en esta historia y ha dejado su comentario. GRACIAS A TODOS/AS. UN BESAZO.
ResponderEliminarPrecioso y a la vez desgarrador relato que emana horror y que hace a un@ transportarse hasta ese momento de la historia, aun aunque nunca un@ estuvo ahí.
ResponderEliminar¡Fantástico! :)
Saluditos.