“Es malo levantarse con el pie izquierdo, pero peor embadurnado de sangre” (Frase de Darío para El Cuentacuentos).
Es malo levantarse con el pie izquierdo, pero peor embadurnado de sangre. El primer reflejo nos empuja a comprobar si la sangre es propia o ajena. Cualquiera de ambos descubrimientos es inquietante, pero si te acuestas siendo un ciudadano vulgar y corriente y la mañana te sorprende empapado en sangre que no te pertenece, eso te convierte en un presunto asesino…
Es malo levantarse con el pie izquierdo, pero peor embadurnado de sangre. El primer reflejo nos empuja a comprobar si la sangre es propia o ajena. Cualquiera de ambos descubrimientos es inquietante, pero si te acuestas siendo un ciudadano vulgar y corriente y la mañana te sorprende empapado en sangre que no te pertenece, eso te convierte en un presunto asesino…
En un ridículo intento de raciocinio, rememorarás lo que hiciste la noche pasada, y las lagunas mentales, de los recuerdos que no quieren ser revividos en tu memoria, serán como afilados puñales que se clavarán en tu conciencia. Desearás, más que nunca, desaparecer de la faz de la tierra y que esa mancha roja pegajosa que te impregna sea tuya. Luego vendrán de nuevo la desesperación, las preguntas sin respuesta, los lamentos, la culpabilidad, aun sintiéndote incapaz de una atrocidad semejante, y la incertidumbre entre cuál será el paso siguiente: ir a una comisaría y presentarte como vil asesino o por el contrario tapar las huellas del delito, que brotan desde cada rincón de la casa, pronunciando en voz alta tu nombre (aunque en realidad todo ello sólo suceda en tu cabeza). Puede que en un pueril intento te pellizques con insistencia o te frotes los ojos hasta enrojecer los párpados (tus únicos trozos de piel limpios hasta ese momento), comprobando que no es una de tus pesadillas. Correrás cortinas y cerrarás ventanas, impidiendo que la luz del día desvele al mundo tu identidad y lo que ha sucedido entre las cuatro paredes de tu casa; actuarás en todo momento, bajo la histeria y movido por extraños impulsos inaplazables.
Buscarás el arma y seguro que hasta el cadáver. Según lo que encuentres: bajo la cama, las sillas, las mesas o en el interior del cubo de la basura, tu nerviosismo irá o no en aumento. ¿Quién sabe? Incluso quizá idees tu propio plan de huida, confirmando así lo que el líquido viscoso que se adhiere a ti como una segunda piel, lleva anunciando desde hace rato.
Mientras lavas precipitadamente tu rostro, tu cuerpo y tus escasos cabellos, durante la ducha menos placentera de tu vida, el teléfono sonará sin descanso y creerás que alguien te ha delatado o que quiere pedirte explicaciones por tu violento acto. Entonces el miedo estará a punto de volverte loco, golpeando con fuerza cada uno de tus músculos y tus sentidos.
Pensarás tal vez en purgar tus penas con algún confidente, pero paradójicamente será tu conciencia quien te advierta de no hacerlo: “Cuanto menos sepan, mejor”, te dirá. Y tú extrañamente sensato, le darás la razón y callarás tu crimen, para no involucrarles en algo tan desagradable.
El ruido de las llaves en la cerradura de la puerta de entrada, desde el otro lado, mientras preparas a todo correr las maletas y el dinero con que escaparás, te pondrán de nuevo en tensión; y no sabrás dónde esconderte, ni cómo actuar. Sólo las sonrisas de tu madre y tu novia y sus sonoras carcajadas al confesarte que todo ha sido una broma de ambas, te devolverán tu inocencia perdida, pero ésta será efímera: por un breve instante, fugaz como un segundo, querrás de verdad ser el asesino que llevas negando ser toda la mañana, sólo para asustarlas un poco y devolverles la macabra burla.
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:-) menuda broma eh? jajajaja definitivamente yo las mato por hacerme pasar aquel susto. Entretenida narrativa
ResponderEliminarMe gusta mucho como está escrito, tiene mucho ritmo
ResponderEliminarAunque yo le había dejado final trágico... si me hacen esa broma... también me vuelvo asesina!! XDDDD
(Me estoy acordando de una canción del gran Carlos Chaouen: "y he matado algunas moscas para sentirme asesino, no por ganas de matar...")
Besos!
Woww vaya narración!
ResponderEliminarLa reflexión inicial, la calma con que se explica una situación así da paso a una trepidante tensión que va in crescendo haciéndonos sentir el pánico, el temor a ser descubiertos o a descubrir que atrocidad se habrá cometido.
La narración en tercera persona, esa voz es quien merece la ira contenida del final :) mas que la madre y la novia.
Muy buen relato!
Un abrazo!