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UN MUNDO SIN COLORES (3ª PARTE)


Ensimismados como estaban, al principio no percibieron el murmullo de voces que venía del fondo del valle y perdieron unos valiosos segundos en reaccionar, pero afortunadamente nadie les había descubierto, así que bastó con que se escondieran tras los árboles y emprendiesen el descenso, con el mismo sigilo con que habían actuado hasta entonces.

Una vez ya cerca del lago, aprovecharon un pequeño montículo próximo al camino por el que habían descendido, para permanecer ocultos. Eran muchos los allí presentes y los niños miraban desconcertados sin poder dar crédito a que todos aquellos personajes estuviesen en aquel lugar... A la derecha de la casacada, en el lado noreste de la ensenada había un par de lobos vigilados por un cazador y un leñador; a escasos metros de ellos a su izquierda había tres cerditos y un total de hasta siete cabritillos; una apacible tortuga y una inquieta liebre que daba brincos nerviosa; no faltaban un ogro y junto a él un gato con botas; un niño minúsculo se posaba sobre un tocón cercano (los niños dedujeron que se trataba de Pulgarcito) en sus pies llevaba unas enormes botas que sin duda eran las famosas botas de siete leguas. Mirasen donde mirasen siempre se les dibujaba una enorme sonrisa descubriendo más y más personajes de cuento: Pinocho; Caperucita Roja; la Sirenita con su cola parcialmente sumergida en el agua; algunos príncipes;  un par de brujas (una de ellas con un enorme espejo) fácilmente identificables por sus feas narices y sus escobas; una niña y un niño que guardaban un tremendo parecido físico y que sacaban a cada instante de sus bolsillos todo tipo de golosinas (Hansel y Gretel sin duda);  al menos tres hadas que revoloteaban alrededor de una hermosa princesa de hermosos cabellos rubios dispensándole todo tipo de atenciones; una princesa de belleza marmórea (a la que dieron enseguida el nombre de Blancanieves);  una princesa de larguísimos cabellos rubios que enroscaba a duras penas en dos trenzas, pero que inevitablemente se perdían varios metros tras ella; no muy lejos de ellas había una muchacha de origen sin duda más humilde rodeada de pajarillos y ratones; un flautista la miraba de reojo y de vez en cuando tocaba algunas notas con las que encandilaba a los ratoncillos; a la izquierda de esa chica había otra que portaba en sus brazos un hermoso bebé al que no dejaba de hacer carantoñas; a unos pasos de ellos y ocultándose entre otros de los presentes (una oronda mujer con corona que llevaba un feo vestido con corazones y que  parecía tremendamente alterada, con su mirada fija en una niña rubia de unos siete años y un curioso conejo que consultaba a cada segundo un reloj de bolsillo);  estaba el hombrecillo al que habían seguido, y que según comprobaron, no paraba de observar una y otra vez a aquella madre y a su bebé con ojos avariciosos.

La multitud allí congregada era de lo más variopinta, pero parecía arracimada por grupos que guardaban algún nexo en común: los malos con los malos, las princesas con las princesas (de vez en cuando algún sapo salía del agua y alguna de las princesas más osadas o pícaras se acercaba a besarle). Todo era tan irreal y tan fantástico que les costó grandes esfuerzos mantener la calma y reprimir sus gritillos de sorpresa, aunque comprendían que allí iba a suceder algo importante y que la Reina Violeta era quien había convocado la reunión, y que ante todo debían mantener la compostura y aguardar acontecimientos. Quizá de aquella asamblea aprendiesen cómo recuperar sus anhelados colores. Era cuestión de paciencia. Estaban convencidos de ello. La reina no podia tardar mucho más.

Comentarios

  1. Hola Sechat.
    Vaya, han llegado a la tierra de los cuentos. Esto se pone cada vez más interesante.

    Por cierto, acabo de descubrir que tienes un libro publidado. Habrá que comprarlo. Seguro que está lleno de maraillosos momentos creados por tí.

    Mi más sincera enhorabuena.

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  2. ¡Buf! ¡Menudo mundo imaginario que has reunido en aquel valle! Lo malo que tiene esto de las entregas es que cuando estemos en lo mejor vas y nos colocas el final...

    Besos, Sechat. No queda más remedio que seguir esperando.

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  3. ¡¡¡QUÉ CHUSLIIIIIII!!!
    Más más más, con lo infantil que soy me mola eso de que aparezcan muchos personajes de cuentos de hadas.
    Nos vemos.
    Besitos desde Fuenla

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  4. Y como tarde mucho la reina me da que vamos a ir buscarla! :)

    Los personajes de los cuentos presienten algo, aquellos entrometidos niños les han quitado su protagonismo, ellos se preguntan, nosotros nos preguntamos, y la respuesta...

    Un abrazo!

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