Cuando paso por el centro le veo sentado en el mismo rincón y vestido del mismo modo; así viene sucediendo desde hace años (casi siempre viernes), y sin haber intercambiado nunca una sola palabra con él, de sobra sé que es un hombre sabio y me atrevo, incluso, a aventurar que el acento que yo presupongo inglés, aún no le ha abandonado.
Me encantan su sombrero, su peto de pana marrón y sobre todo sus anticuadas gafas redondas y plateadas, pues le dan un toque bohemio; pero lo que de verdad me atrae de él, es su barba luenga y blanca. Desde el primer día que le vi, me vino a la cabeza la idea de que era la reencarnación de Whitman y es un pensamiento que no puedo desterrar. Quizá algún día me atreva a regalarle un ejemplar de: "Hojas de hierba", aunque mucho me temo que habré de mejorar mi inglés si queremos conversar.
Ayer, tras varias semanas sin verle, mis pies me arrastraron de nuevo hacia el banco donde mendiga, y me alegré sinceramente por la chica, un poco más joven que yo, que acariciaba al inseparable perro ratonero que tumbado a sus pies siempre le acompaña. Estuve tentada de sacarles una fotografía a los tres, pero lo consideré irrespetuoso y no lo hice.
Durante el camino de regreso tuve una sensación que hasta ahora no había sentido jamás: el tiempo, nuestro tiempo, se agota. No es tiempo de profetas, ni de palabras, pues éstas a menudo nacen ahogadas ante la avalancha del progreso y de las nuevas tecnologías, pero de vez en cuando sucede un pequeño milagro que rompe la rutina y cura la más profunda de las heridas.
Durante el camino de regreso tuve una sensación que hasta ahora no había sentido jamás: el tiempo, nuestro tiempo, se agota. No es tiempo de profetas, ni de palabras, pues éstas a menudo nacen ahogadas ante la avalancha del progreso y de las nuevas tecnologías, pero de vez en cuando sucede un pequeño milagro que rompe la rutina y cura la más profunda de las heridas.
Hoy es sábado y voy a saltarme mi propia norma. No he visto por ahora hojas de hierba, ni aves de paso rodeándole, pero esta vez seré yo quien empuje mis pies hacia su rinconcito y no al revés. Puede que tampoco hoy sea el día en que me atreva a decirle "hola" o en que me decida a regalarle el libro del poeta americano, pero la necesidad de hacerle esa fotografía es más salvaje que nunca y no puedo negarme a esa llamada del destino.
Te invito a que pasees por las letras de mi otro blog:
www.cuentosrecienhorneados.blogspot.com
Comentarios
Publicar un comentario
Este rincón es para quien quiera acercarse a mis sueños y adentrarse en ellos, dando su parecer sobre la magia que desprenden o lo que tienen de pesadilla. También es un espacio para la lectura y las reseñas.
Tu opinión me importa, así que cuéntame, por favor, qué te han hecho sentir mis escritos o qué te han parecido mis reseñas. Tus comentarios son bien recibidos.
Sea como sea, no tengas miedo, pues no haré un uso indebido de tus datos cuando comentes. Ya que, por estar aquí, cuentas con todo mi respeto y agradecimiento, y la LOPD lo secunda.
Puedes obtener más información sobre la Política de Privacidad de mi blog, en este enlace: "AVISO LEGAL" .
¡Bienvenido, cazador de nubes!