Soy delincuente suicida en versos estrechos a veces largos, sinuosos y obtusos en otras, que me abrazan o lapidan y me hielan la sangre. Por momentos la vida juega entre ellos y regatea tristezas poniendo la zancadilla al pasar del tiempo a la ceguera del amor abocado al fracaso… al mal menor que es el destino. Pero de una u otra forma asomas tú en el oleaje de esta locura, de esta febril victoria frente al silencio, y sonrío dichosa porque el dolor me hace sentir VIVA y sólo la muerte firmará mi sentencia con su inexorable puño de hierro. No me importa... me gusta el camino.