Resulta demencial atormentarse con momentos que como es lógico, no vencerán la barrera del tiempo y desaparecen entre el ayer y el mañana, pero es mi corazón quien dicta el camino y en estos instantes mis pies se camuflan entre risas y lloros de nostalgia siguiendo esa estela. Se hace extraño vivir tan cerca y a la vez estar tan lejos el uno del otro, como el Polo norte y el Polo Sur: Ártico y Antártida, aunque sin duda, la más fría siempre he sido yo. De punta a punta, sin que la cercanía de una llamada o un mail rompa esa muralla de hielo que nos rodea y que a menudo quisiera destrozar hasta ensangrentar mis manos. Hoy las agujas del reloj giran en la misma dirección de siempre y el día de hoy pasará a ser un ayer, como en su día fue un mañana, pero siento... soy plenamente consciente de ello, que quiero construir mis días, sin estar pendiente de fechas o anuarios, a base de recuerdos y momentos compartidos sólo contigo. ¿Aceptas la invitación?