Se emocionó al cruzarse con su mismo rostro en la calle, pero comprendió demasiado tarde que era el vivo retrato de la muerte. El libro se relamía por las muchas palabras con que le iba alimentando el autor. Cuando la última letra cayó al suelo, germinó la ignorancia. Era ante todo artista, y siempre se exigía más y más; así que dibujó un corazón y para darle más credibilidad lo manchó con su sangre. El viento besó la arena y se convirtieron en inseparables, desde entonces viajan entre dunas. Te invito a que pasees por las letras de mi otro blog: www.cuentosrecienhorneados.blogspot.com