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¡Malditos sean!

Están los que se sienten tan orgullosos de sí mismos que presumen de violación mediante selfies y vídeos, para compartir  luego su acción, en redes sociales, y están los que les ríen la supuesta gracia. Podría ser la sinopsis de una repugnante novela negra o la trama de un guión de cine, pero lo lamentable es que es tan verídico como descubrir que nuestra sociedad no está capacitada, para poner en su sitio a esas cinco bestias traídas como mínimo del Pleistoceno. En casos como éste, echo de menos la cadena perpetua. Y no, no hablo en broma, ni influenciada por alucinógeno alguno (por no tomar, no me he tomado ni un café hoy). Escribo estas palabras, que me salen repletas de rabia, repulsa y dolor en plena posesión de mis facultades.

A ratos me planteo si siento más repugnancia por lo que esos mal nacidos hicieron a esa pobre chica, que bien podría haber sido yo misma, mi hermana, una de mis amigas, mi vecina, o la chica con que me cruzo todas las mañanas cuando voy a trabajar, o si lo que me produce esa nausea incontenible es la reacción de condescendencia, o incluso de aprobación que algunas personas dejan entrever hacia ese comportamiento que nada tiene de humano.

Me siento egoísta por desearle el mal a alguien, pero, por otra parte, no puedo evitar el deseo de que les sodomicen una y mil veces. Como tampoco puedo evitar el deseo de un viaje atrás en el tiempo, para que se les degüelle y algún caballo les arrastre por rocas, desierto o hielo (tanto me da, siempre y cuando les duela). Lástima que este deseo sea irrealizable.  

Y no sigo, porque sé que esto no va a servir de nada en absoluto. Esa chica, estigmatizada ya de por vida (lo de vida es un decir, claro, porque se la han arrebatado de cuajo), nunca volverá a ser la misma. Ella es quien habrá de ocultarse como una apestada o una delincuente de la peor estofa, mientras los cinco "hombretones", los cinco "machos ibéricos" seguirán pidiendo que no se difundan sus fotos. Y ¿lo peor de todo...? Algún juez les reirá el chiste.

¡Maldita la gracia! ¡Malditos sus nombres: Jose Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Jesús Escudero, Ángel Boza y Antonio Manuel Guerrero! ¡Maldita sea toda su estirpe! ¡Qué pena de Dios vengativo como el de las Siete Plagas de Egipto! Y que me perdone Dios, por mis palabras y por este post, porque ni me arrepiento de lo que digo en él, ni seré capaz como mujer, de perdonar a esos canallas. ¡Malditos sean!

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