Están los que se sienten tan orgullosos de sí mismos que presumen de violación mediante selfies y vídeos, para compartir luego su acción, en redes sociales, y están los que les ríen la supuesta gracia. Podría ser la sinopsis de una repugnante novela negra o la trama de un guión de cine, pero lo lamentable es que es tan verídico como descubrir que nuestra sociedad no está capacitada, para poner en su sitio a esas cinco bestias traídas como mínimo del Pleistoceno. En casos como éste, echo de menos la cadena perpetua. Y no, no hablo en broma, ni influenciada por alucinógeno alguno (por no tomar, no me he tomado ni un café hoy). Escribo estas palabras, que me salen repletas de rabia, repulsa y dolor en plena posesión de mis facultades. A ratos me planteo si siento más repugnancia por lo que esos mal nacidos hicieron a esa pobre chica, que bien podría haber sido yo misma, mi hermana, una de mis amigas, mi vecina, o la chica con que me cruzo todas las mañanas cuando voy a trabajar,...