En memoria de mis dos abuelas y de mi tía Marciana.
Una a una las flores se fueron marchitando (Frase de Juan Cuquejo para El Cuentacuentos).
Una a una las flores se fueron marchitando. Lo hicieron poco a poco, minuto a minuto, de forma imperceptible, tímidas, sin querer destacar en su muerte como sí lo hicieron durante su vida de voluptuoso descaro y frivolidad. El mismo lecho de tierra que las había amamantado (desde que tan sólo eran semilla) hizo las veces de tumba.
La mano que había atendido sin dilación cada golpe de sed o cada deseo de luz, apagó sus fuerzas, dejando caer al suelo la toquilla que cubría sus hombros, al mismo tiempo que ellas se entregaban definitivamente a la agonía de morir privadas de sus alimentos principales y al último estertor.
Nadie lloró por tales cambios, ni se preguntó qué había provocado su aspecto descuidado (tan lejos de su lozanía de flor joven), ni por el porqué de esa acumulación de polvo o de ese olor acre filtrándose bajo cada puerta de las estancias de aquel hogar, ahora desangelado; ahogando los sentidos a quien quisiera acercarse hasta aquella casa (anclada en el pasado a través de cada tapete, jarrón o cuadro). Nadie hizo el más leve gesto de resucitar con sus mimos a aquellos seres vestidos de verde y ataviados con sombreros de colores sobre sus cabezas.
Tampoco hubo visitas de familiares o amigos a la mujer del perfecto moño blanco, preocupándose por su salud. Nadie brindó cariños y atenciones a esa anciana con casi mil doscientas lunas cargadas sobre sus desgastadas espaldas (esculpidas a golpe de arrugas y canas con el cincel del fluir de los años). Nadie supo del tormento de sus huesos en cada movimiento, ni del frío canto de la soledad adherida a la más interna de sus células. Nadie compartió con ella recuerdos agolpados en la cabeza y en los labios que aliviaran el paso de los días y regalasen, a sus ojos acuosos de anciana, por una pequeña fracción de tiempo con su compañía, un cielo más azul y que la mujer vaciara por fin su alma, bajo apariencia de nube colgada en ese manto azulado o en forma de pájaro posado en un árbol; olvidándose por completo de la espera, ante el final de un camino que para ella... se intuía tan cerca.
Pues está genial la historia, no veo nada que llame la atención y criticarte :p
ResponderEliminarMuy poético y valiente. Triste, como no podía ser menos por tratarse de partidas. Certero en la descripción y evocador. ¿Quién no ha vivido algo así?
ResponderEliminarcon cuentos así como los que llevo leidos... como que no me atrevo yo a escribir uno
ResponderEliminarhermoso cuento, te lo agradezco, gracias por compartirlo
besos
:((( Me has emocioando mucho. Mucho. Justo hoy recordaba yo a mi abuela Dolores en mi blog. Un beso muy fuerte, niña!!!
ResponderEliminarVeo que a las dos nos ha pasado lo mismo en eso de las ganas de publicar ¡Je,je,je! A parte de a mi hermana.
ResponderEliminarTriste realidad que inunda nuestros días. Nadie quisiera morir así pero, a veces sucede... ...y es muy triste.
Saluditos.
Tremendo...
ResponderEliminarDescribes tan bonito, que hasta que se marchite una vida no parece tan triste.
ResponderEliminarMo
Siempre es triste ese marchitar cuando está rodeado de soledad.
ResponderEliminarBonito relato =)
La forma en que lo escribes hace que parezca menos triste. Muy bonito.
ResponderEliminarSaludos!
...por una pequeña fracción de tiempo con su compañía...
ResponderEliminarQue bello homenaje Sechat.
Cuantas veces he relegado,postergado esa fracción de tiempo retrocediendo puestos en el día frente a otras cosas.Y como ahora (ya tarde) sé lo poco,el poco tiempo que representaban unos minutos y que felíz le hubieran hecho.
Encierra tal fuerza el texto cuando lo lees,casi que pide solo la entonación,ese grito de justicia hacia ellos.
Enhorabuena! Un abrazo!
Gracias a todos por vuestras bonitas palabras sobre lo que os ha parecido.
ResponderEliminarArwen Anne: estoy deseando verte en acción con algún cuento para el foro del Cuentacuentos. ¿Quién dijo miedo? ¡Si has escrito una novela! Un abrazo.
Martikka: siempre estás ahí y dada tu amplia experiencia y buen hacer eso es un gran privilegio. Espero de todo corazón, con muchas ganas leer pronto algo tuyo para El cuentacuentos. Un abrazo.
Muy bonita historia, me ha gustado; pero, si me permites, por momentos algunas oraciones se me hicieron un poquitín largas, y eso, siempre es un riesgo. Claro, tan solo es un parecer.
ResponderEliminarSaludos.
Precioso homenaje a tus abuelas y a tu tía.
ResponderEliminarMuy delicado, muy bien trazado...
Perfecto.
Gabriel B.: Gracias por señalar ese aspecto. Estoy totalmente de acuerdo. Es un defecto de todos mis textos que espero pulir con el tiempo. También yo considero que algunas de las frases finales (imagino que te referirás a ésas) eran demasiado largas y restan agilidad al texto y ralentizan su ritmo. Lo intento de verdad, pero me cuesta horrores. Gracias por dejar tu huella por aquí. Espero verte pronto. Un abrazo.
ResponderEliminar