Está claro que no todos podemos mantener una salud de hierro pasados los 65 años, porque quien más quien menos comienza a notar como sus capacidades van mermando. No obstante, siempre hay admirables excepciones que nos arrancan una sonrisa de admiración. Ése es el caso de José Castaño un profesor de 93 años (habéis leído bien) que da clases de refuerzo y ayuda además en la secretaría del colegio de Murcia que lleva su propio nombre.
José Castaño es uno de esos hombres generosos y queridos por todo el mundo. Su sueño de ser maestro le llegó ya muy tarde, tras pasar dos años y medio en la cárcel acusado de “reafirmación marxista”, pues el franquismo le pilló en el lado republicano. Al salir de prisión pasó por varios oficios. Transcurrieron 36 años sin ejercer como maestro hasta que en 1975 reconocieron la validez de sus estudios, aunque tuvo que repetir parte de ellos. Y así es, como cuando llevaba tan sólo 9 años ejerciendo la labor educativa, cumplió los 67 y le llegó la jubilación de manera obligada.
Encontró en la enseñanza su lugar y negoció para poder continuar su labor. Le dieron el beneplácito, con la condición de que no firmase actas y a día de hoy con sus envidiables 93 años sigue con sus niños en el colegio que se comenzó a construir poco después de su jubilación, y que en honor a él sus compañeros decidieron llamar José Castaño. Sin duda una de las mayores satisfacciones de su vida a nivel profesional y personal.
Esto nos demuestra que el optimismo y la constancia son la mejor actitud ante la vida. La esperanza es lo último que se pierde como queda patente con esta aleccionadora historia de superación. Desde luego este caso no es común, pero precisamente por ello debemos tenerlo siempre presente en nuestro recuerdo. No olvidéis por tanto, nunca el nombre de este maravilloso maestro, porque honra a la raza humana, con su entrega y perseverancia, y al profesorado.
Fuente: www.20minutos.es
No me malinterpreteis, no es que me guste la idea de trabajar eternamente, pero la noticia me gustó por el lado humano. Me despertó una sincera admiración por el inmejorable estado de salud del profesor y por su vitalidad, entrega y optimismo. Un besazo.
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