Frase de Sechat para El Cuentacuentos: "Pocos lo saben, pero existe otra Biblia".
Pocos
lo saben, pero existe otra Biblia. En
ella figuran grandes arcanos de la vida y sobre todo de la muerte. Su capítulo
principal se titula «La importancia de
incumplir las normas para saber tomar la decisión acertada entre morir o matar»
y se podría decir que en él se resumen los principios que rigen nuestra forma
de vida, como elegidos. Enigmas que han permanecido ocultos durante siglos,
vetados al común de los mortales, pues solo algunos debidamente preparados
tienen acceso al misterio oculto de sus ajadas páginas.
Yo
mismo tuve ocasión de leer esa Biblia en su día. Accedí a ella por
accidente y desde entonces, me convertí en uno más de los inmortales que
deambulan por el mundo sometiéndolo a su voluntad. No respetamos a nada ni a
nadie, tan solo veneramos las fuerzas de la naturaleza y cada cual tiene el don
de adoptar la forma de un árbol que suele actuar tanto como maestro de
iniciación, como de guardián de los principios y fundamentos de ese libro.
Mi viaje iniciático comenzó
de improviso como el de todos los que son como yo, hace ya muchas décadas. Sé
que os interesa ahondar en el tema, así que os contaré mi historia:
Me encontraba con mi novia en el banco de un
parque disfrutando de la calurosa noche de agosto, ambos llevábamos unas
cuantas copas de más, y el alcohol me envalentonó. Entre bromas y risas la cogí
en volandas, y la arrastré hacia uno de los jardines. No nos fijamos en el
cartel de prohibido, aunque sospecho que tampoco aquello nos hubiera frenado.
El contacto con la hierba fue una especie de llamada a mi parte salvaje, la que
me daba el encanto de los chicos malos que tanto suele gustar a las
adolescentes y a las mujeres en general. A mi chica, mi impulsividad le pareció
excitante y los primeros minutos me siguió el juego, pero en algún momento
debió de descubrir algo en mi mirada que la asustó, porque no quiso ir más
lejos. Su boca entreabierta llamando al pecado de la mía, se cerró
repentinamente; sus manos cayeron a ambos lados de su cuerpo, dejando apenas
sofocado el fuego de mi entrepierna con la agilidad de sus dedos. Nunca
habíamos llegado tan lejos en nuestras exploraciones cuerpo a cuerpo y yo
estaba demasiado excitado para frenar de aquella manera, así que la insté a que
siguiera, pero no respondió a mis ruegos. Me contemplaba, como si estuviera
ante un desconocido.
En
mi bragueta la urgencia disparó mi egoísmo, así que rasgué sus braguitas con
una mano, mientras con la otra tapaba su boca, sofocando sus gritos. Mi peso
impedía que escapara, pobre niña de trapo, y me introduje rápido en el interior
de ella. En cada embestida mi cuerpo sediento bebía su energía femenina y mis
caderas golpeaban con desesperación entraña con entraña. Mientras yo me perdía
en su hueco y gozaba de nuestra piel con piel, sorbía con mi boca sus lágrimas, bebiéndolas
como si se tratase de un delicioso zumo. Clavé mis ojos en el ramaje del árbol
que nos acompañaba y al hacerlo se
levantó un poco de viento. Entonces, de aquel fresno milenario que nos cobijaba
bajo su sombra, comenzaron a caer hojas transformadas antes de tocar el suelo, en viejos legajos de papel.
Algunas rozaban nuestras ropas o cabellos y en cada contacto una leve descarga
eléctrica me recorría por dentro imbuyéndome de nuevas fuerzas. Con cada soplo
el viento transformaba la hojarasca de nuestro alrededor en una peculiar
alfombra de papeles. Los pliegos crujían al compás de nuestro fogoso baile. A
menudo las letras impresas se adherían a nuestra piel como si fueran un tatuaje,
azuzadas por las gotas de lluvia. Letras antiguas negras y rojas escritas en un idioma
anterior al latín, hablaban a mi subconsciente de un imperio de los sentidos y
reescribían locuras, torturas, placeres prohibidos y miedos ocultos; palabras
paganas que invitaban al pecado y a la violencia tergiversaban mi realidad, y
veían en la chica que yacía bajo mis piernas, inerme como un fardo, a una
hermosa diosa complaciente.
De
algún modo el tiempo se perpetuó dándome placer, y las cuatro estaciones
viajaron por mi espíritu, en una secuencia infinita. Cuando tocó de nuevo el
turno al invierno, el fuego de mi cuerpo, casi descarnado a punto del éxtasis,
suplió el frío grito de rencor, odio, miedo y repulsa que se dibujaba en los
ojos de la pobre musa de mis desvaríos. Hasta que por fin, fui yo quien rompió
el silencio de los amantes, con un alarido que revelaba mi verdadera
naturaleza. Comenzó a
nevar y caí rendido sobre el suelo. Extenuado, pero más poderoso que nunca
hasta entonces.
Al despertar, de mi querido y hermoso juguete, a un par
de palmos de mí, apenas quedaban su calavera y algunos pedazos de carne
corrompida tapando su osamenta. La visión de sus restos me dejó indefenso por
unos segundos y me sentí execrable. La contundencia de aquella revelación se
disipó de inmediato. Debería haberme invadido el desánimo, pero tan sólo pensé en que me sentía liberado.
Ante mí las raíces de
aquel fresno se enredaban a su cadáver y absorbían su esencia hasta
que pronto mi novia se redujo a cenizas.
El
cansancio me venció dejando paso al sueño y cuando desperté la maldición de la
mortalidad había abandonado mi ser. Al haberme dejado llevar por mis bajos instintos aquella noche, cumpliría el
sueño que otros hombres generación tras generación han perseguido en vano. Un
nuevo nombre escrito con sangre se había añadido a las hojas de aquella Biblia, y había convertido al verdugo de una chica inocente en uno más de los muchos inmortales que
aparecen en sus páginas como héroe.
Te invito a que pasees por las letras de mi otro blog:
Lo que da de si una Biblia ehhh??? Me ha gustado mucho la narración, la historia y el modo de llevarla. Felicidades. Mundoyas.
ResponderEliminarGracias por comentar y visitar. Créeme el gusto es mío.
EliminarA mí me ha sorprendido mucho la variedad de temáticas que han surgido en los relatos a partir de esa frase. Es algo que me encanta de la mecánica de El Cuentacuentos.
Un abrazo.
Muy buen relato, qué idea tan original, alcanzar la inmortalidad desde los actos más viles. Es la primera vez que te leo, llego aquí desde Mundoyas, pero creo que me quedaré. Llevo un tiempo no muy largo escribiendo, aunque en relatos me estoy estrenando ahora, así que creo que nos veremos con frecuencia. Un saludo
ResponderEliminarPilar, un placer tenerte por aquí. ¡Anímate a escribir más relatos, mujer! Un besazo.
EliminarWauu!!! pedazo de hitoria, vaya rítmo! casi te diría que me he quedado ahi viendo la escena y me he sentido parte de ella, se me ha erizado la piel cuando he entendido lo que realmente pasaba, me ha gustado mucho
ResponderEliminarbessos!!
Eres muy generosa Wannea. Simplemente tuve suete, la verdad, porque cuando me puse a escribir no tenía nada claro por dónde iba a tirar jeje. Besotes.
Eliminar¡Gracias! Y sí, si estoy en ello. Me comentas en el blog de En los soportales, y ahí suelo escribir de un modo más íntimo, como has podido ver, pero desde ahí enlazo a otro blog, que es donde estoy publicando relatos y otras temáticas, y ahí sí podrás seguirme. De todos modos te dejo el enlace:
ResponderEliminarsaltando-enlos-charcos.blogspot.com
Gracias. Tomo nota de ello y me tendrás por allí, cuando pueda. Un abrazo.
EliminarGran relato Sechat, y que buena sensación "volver" no sé bien de donde si sé que vivo un paréntesis ya demasiado largo, y reencontrarme con tus grandes relatos, en extensión y en calidad.
ResponderEliminarDesde el escenario de una violación al misterio que,invisible ante el mundo,lo va destruyendo impunemente mientras la raza humana sigue creyendo... Una trama que sin duda muchos guionistas saltarían sobre ella, pero cuya originalidad tiene dueña: tú.
¡Felicidades! y me alegra mucho volver a leerte. Un abrazo!
Creo que te ha sentado mal la cervecita ;) Ahora en serio, te agradezco el entusiasmo, pero no es para tanto como insinúas.
EliminarGracias. Un besazo.
P.D.: A ver si te animas y escribes también tú algo para El Cuentacuentos.
No me importaría ser inmortal, es más, molaría. Me daría tiempo a hacer tantas cosas... y ¡nunca me volvería vieja! :D Y siempre sabia y sabia y cada vez más sabia, pero no de esa manera ¡Je,je!
ResponderEliminarEra como si yo estuviera allí. Lo he estado viendo y ha sido espectacular :)
Bona nit :)
Qué bueno! Muy duro pero muy bueno! Además de que el ritmo es perfecto y se lee sin poder parar, es que consigues que el lector se quede totalmente atrapado en la escena de la muerte a pesar de que, al estar tan bien narrada, produce angustia. Pero no puedes dejarlo, porque quieres saber el final :) Es estupendo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Millones de gracias, por tu comentario, Amanda. No me explico, por qué cuando publicaba mis escritos antes, no os respondía uno a uno agradeciendoos las visitas. En todo caso, aunque más de cinco años tarde... Mil gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo.