Con este relato participo en dos retos. Por un lado lo hago en la convocatoria para el 4 de septiembre del Encuentro juevero que planteaba Neogéminis desde su blog y por otra lo hago en un reto para un club muy selecto y privado que Sandra Lledó dirige con pulso firme (probablemente esta presentación no le guste nada)😆. Principalmente los requisitos para este encuentro juevero eran: Una historia de no más de 350 palabras El protagonista ha de estar fuera de su contexto natural o previsible. Intentado sorprender al lector con alguna situación insospechada. Para el reto de Sandra, con fines solidarios, por cierto, teníamos que usar una palabra, bien elegida por nosotros mismos o bien por alguno de los otros compañeros del club. Y digamos que yo me lo puse bastante difícil, porque la palabra elegida fue onomatopeya. En fin, dicho esto, aquí va mi relato. Me encantaría conocer tu opinión. EL DESPACHO ⇒ 300 palabras Onomatopeya La cerda rubia con tacones recolocándose la min...
La semana pasada regresaba con un poema arrancado de lo más profundo de mi ser. Fue doloroso sincerarme de aquella manera, pero también liberador. No sé cuánto durará esta racha de escritura, pero mientras las letras quieran seguir acompañándome me sentiré agradecida. El caso es que hoy, he visto en el blog de Adella Brac su propuesta para septiembre y aunque al primer vistazo las palabras no me seducían nada (tres verbos nada más y nada menos 😓), he conseguido fraguar un pequeño diálogo. Una minificción que para mí no lo es tanto. Y con ella me animo a participar en su reto este mes. Al leerlo, cada cual que lo interprete como quiera, crea o deje de creer. En cualquier caso, antes de compartir mi versión, te dejo las tres palabras que debían incluirse en el texto. DEBE, CONSEGUIMOS, PERMITEN ¿Soy yo la única que las encuentra complicadas? DEJÉMOSLO ESTAR ‒Con todo mi respeto, Señora… Allí abajo debe saberse. Cambiaría la historia. ‒¿Qué conseguimos contánd...