LA OCARINA
Otra caída más como aquella y acabaría K.O (un riesgo que le gustaba correr). Pero Gabriel no era ya precisamente un jovencito y lo sabía. Su extraña pasión por instrumentos musicales antiguos de todas las culturas, le llevaba siempre a parajes de lo más recóndito y en solitario, y cada vez se notaba más torpe.
¡Hacía siglos que no contemplaba una ocarina de tal calidad! Lástima que duendes y hadas se hubieran extinguido. El mundo era mucho más acogedor por aquel entonces.
Cogió con veneración aquella pequeña pieza agujereada, mezcla de hueso y barro, y leyó la inscripción que había en el grabado de la parte inferior, mientras sus labios soplaban con ternura mística para dar vida a las notas.
Runas y música ancestral. Baile de sonidos y escalas tónicas imposibles. Magia y belleza. Alegría y tristeza.
Hermandad con el viento, la lluvia, el sol y cualquier elemento. Naturaleza viva dispuesta a brillar.
Así era siempre su música. La que el arcángel Gabriel arrancaba de cada instrumento que pasaba por sus manos.
No pudo evitar que dos lágrimas resbalasen por sus mejillas rebeldes. Un gesto tan humano que hacía peligrar su propia esencia angelical.
Gracias por volver.
ResponderEliminarBesos desde Fuenla.😘
Gracias a vosotros por estar siempre aquí.
EliminarGRAAAAACIAS. Os quiero.
Que gusto volver a leerte.
ResponderEliminar¡Qué gusto tenerte aquí, guapa! ¿Significa que tú también has vuelto a escribir?
EliminarLindo leerte, Rebeca
EliminarHola, Rebeca. Me alegro que nuestro pequeño reto musical sea causa de tenerte de nuevo a los mandos de un teclado, lista para contarnos la historia del arcángel Gabriel y su pasión por la música.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
A ver si me pongo al día y empiezo a leeros y a comentar a todos. Un abrazo y gracias por la bienvenida, Bruno.
EliminarDe eso se trata la arqueologia de CAZAR tesoros ocultos, y que mas bello que encontrar un instrumento musical.
ResponderEliminarHacerlo sonar seria traer el sonido que escucharon en el pasado.
Gran cuento, me trae buenas memorias
Me alegra saber que mi micro te trae buenos recuerdos, Jose.
EliminarUn abrazo.
Una curiosa y angelical historia gracias por compartirla Rebeca y que tu regreso sea largo. Un saludo.
ResponderEliminar¡Ojalá se cumpla tu deseo de que mi regreso sea largo! Mil gracias por tus palabras, Ainhoa.
EliminarUn abrazo.
Hola Rebeca, un placer leerte, me ha gustado mucho tu micro y bienvenida, ojala que la inspiración te dure mucho tiempo, saludos.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Mil gracias. ¡Ojalá sea así y las letras me sigan acompañando por mucho tiempo y pueda compartirlo por aquí!
EliminarUn abrazo.
Melancólico y dulce. Precioso micro, Rebeca.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Marta. Un placer volver a reencontrarme con las letras y que guste lo que escribo.
Eliminar¡Cómo echaba de menos la experiencia bloguera!
Un abrazo.
Magnífico regreso. Espero que te quedes. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
¡Muchas gracias, Lady_P! ¡Ojalá sea así y el silencio no vuelva a enterrarme por muchos años!
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado muchísimo Rebeca, qué bonito y poético es tu relato. Me encanta como describes la unión que hay entre la música y la naturaleza. Precioso!!
ResponderEliminarMillones de gracias, Cristina. Un placer que te haya gustado mi particular historia de Gabriel.
EliminarUn abrazo.
Una bonita historia musical con esa ocarina angelical como protagonista. Bien contado
ResponderEliminarUn abrazo Rebeca
Puri
Mil gracias. Tenía miedo de que no gustase, porque estaba tremendamente desentrenada en esto de escribir y además estaba el requisito de no superar las 250 palabras, lo cual lo hacía más complicado.
EliminarMe alegra saber que te ha gustado.
Un abrazo.
Hola Rebeca, me alegra que no renuncies a las letras. Y coincido con Gabriel, el mundo sería más mágico si los duendes y hadas existieran. Precioso texto. Un abrazo
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Nuria. ¡Ojalá existiera en el mundo la magia de seres como ellos aún!
EliminarUn abrazo.
Ya te sigo, si te apetece el mío es Bitácora literaria. 😊
ResponderEliminarMillones de gracias. Por supuesto, también te sigo. Un abrazo.
EliminarGenial que retomaras la pluma, con esta ocarina que es un texto precioso, y casi angelical.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Albada... Me alegra que te haya parecido tan bonito.
EliminarUn abrazo.
Hola Rebeca. Si es que la rebeldía siempre ha estado muy mal vista por los poderosos, y la historia la escriben ellos. Resulta que Gabriel en el fondo es un melancólico, casi tan humano como cualquiera de nosotros. Muy bonita historia. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Jorge!:
EliminarDe vez en cuando no está mal rebelarse en las pequeñas cosas, ¿verdad? Me alegra que te haya gustado mi micro.
Un abrazo.
Bonita y tierna historia con ese protagonista que tiene sentimientos y sufre por no conseguir sus metas.
ResponderEliminarUn abrazo y es un placer leerte de nuevo
Puri
¡Hola, Puri!:
EliminarTodo un ángel que baja a Tierra para vivir la magia de la música y que se emociona con ella, ¿te imaginas? Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
Hola, Rebeca un micro sensible y hermoso, además desprende magia angelical y ese hallazgo de la ocarina pone a prueba una vez más el amor y sensibilidad de Gabriel. A pesar de los pesares, la vida sigue siendo mágica y hermosa, solo es cuestión de saber mirar bien y sentir el lenguaje de la naturaleza dentro de nuestro ser. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué bonito resumen! Y sí, la vida en sí es magia y belleza, solo hay que saber mirar y apreciar lo que tenemos.
EliminarUn abrazo enorme.
Precioso relato Rebeca, lleno de sensibilidad. Aunque soy poco constante en el mundo de las letras, espero leerte de vez en cuando. Un abrazo!
ResponderEliminarUn placer tenerte por aquí, Lulita.
EliminarNo sabes cómo te entiendo en eso de la inconstancia con las letras.
Un abrazo.
Hola Rebeca, me ha encantado muchísimo la frase: "Lástima que duendes y hadas se hubieran extinguido." realmente amo el género fantasía, para mí no se han extinguido, creo que siguen allí en su mundo ocultas, y por allí salen eventualmente hacer sus travesuras o aventuras en una que otras letras. En mi cabeza siempre revolotean. Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarSoy también de tu opinión. En este micro no hablaba yo, sino el narrador ^^
EliminarUno de mis géneros favoritos es la narrativa fantástica y creo, o al menos me dejo llevar, por esos otros seres, razas y mundos.
Un abrazo.
Hola, Rebeca, cuánto tiempo sin saber de ti. Qué relato más mágico. Yo tengo una ocarina y, aunque a veces me sale alguna canción, soy incapaz de descifrar su rara escala. Es un instrumento maravilloso, como tu relato.un abrazo
ResponderEliminar¿Tienes una ocarina! No me esperaba algo así. ¡Qué bueno! Para mí es de los instrumentos más complejos, mágicos y misteriosos que hay.
ResponderEliminarY sí, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pise este blog.
Un abrazo enorme y gracias por pasarte y contar lo de tu ocarina. ¡Qué ilusión me ha hecho!
La nostalgia de un mundo en que había hadas y duendes, como las emociones producidas por la música, son todo un peligro para un arcángel. El de humanizarse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un texto que cumple y aparte es enternecedor.
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